La muerte en la prehistoria de Mallorca: una experiencia sensorial

Disco de bronce con decoración geométrica hallado en la Cometa des Morts -Réplica depositada en el museo de Lluc-

«La muerte en la prehistoria de Mallorca: una experiencia sensorial», a cargo de la Dra. Margalida Coll, investigadora ArqueoUIB, tuvo lugar el pasado 16/06/2023. En esta conferencia, de la mano de la Dra. Coll, se adentró en las prácticas funerarias que desarrollaron las comunidades postalayóticas del final de la prehistoria de Mallorca. Más allá de los objetos mortuorios, se realizó un recorrido por las sensaciones y emociones que marcaron las experiencias funerarias. Esta entrada es un resumen de la citada conferencia.

Introducción: el Periodo Postalayótico

Antes de hablar de estas prácticas funerarias, hay que explicar brevemente algunas características del periodo post talayótico. Se trata del final de la Edad del Hierro de Mallorca y hay un cierto consenso en cuanto a su cronología, que abarcaría desde aproximadamente el 550 a.C. hasta el 123 a.C., que es el momento en que llegan las tropas romanas de Cecilio Metelo y se inicia la conquista de la isla. No tenemos que pensar que la llegada de los romanos implica la desaparición de estas comunidades indígenas, sino que hay una continuidad, pero hay una cierta adaptación.

Hay que conocer algunos datos del mundo de los vivos, para después entender mejor el mundo de los muertos y las prácticas funerarias. La comunidad talayótica tuvo unas bases económicas basadas sobre todo en la explotación ganadera, especialmente de cabras y ovejas, y en menor medida también se aprovecharon de la caza, la pesca, la agricultura de algunos cereales, como por ejemplo la cebada. Así como la recolección de frutos secos como bayas o diversas verduras. Para completar esta dieta, sobre todo cárnica, se vivía en poblados que podían ser en algunos casos amurallados, en otros casos también se vivía fuera de estos recintos amurallados. Es el momento en que surgen también los nuevos asentamientos en la costa, espacios especializados para la producción de cerámica, tejidos y tenemos en Santa Ponsa un ejemplo que es el Turo de Ses Abelles.

El talayótico es también un momento en el que se acentúan los contactos con el exterior, sobre todo con la comunidad Púnica que vivía en Ebusus -Ibiza- que se trataba de una colonia cartaginesa. Hubo intercambios entre las personas de ambas islas y es el momento en que se generaliza la llegada y el uso del vino. En relación a esos contactos,  se ha de decir que durante el post talayótico la figura de los foners  se internacionaliza, ya que se reclutan honderos mallorquines indígenas para participar como soldados mercenarios en los ejércitos púnicos.

La muerte en la prehistoria de Mallorca: lugares y hábitos funerarios

Primero de todo debemos saber donde se localizaban los lugares de enterramiento y donde y cuando moría alguien en el seno de la comunidad, donde trasladaban estos muertos, donde estaban los cementerios, las necrópolis. De manera general y mayoritariamente lo que nos encontramos durante el postalayótico es que se están utilizando cuevas naturales como espacio para depositar estos muertos. También cuevas artificiales, como Cova Monja, que se trata de espacios excavados en la roca por parte de las propias personas para imitar en cierta forma la sensación de una cueva natural. También tenemos necrópolis al aire libre, como Cas Santamarier. Se trata de una necrópolis solamente de individuos infantiles. También se reutilizan monumentos antiguos como el túmulo de Son Ferrer. En el caso de Cova Monja: Una cueva artificial excavada en la roca por parte de los propios pobladores para ser utilizada como necrópolis. En el túmulo de Son Ferrer, en Calvià: aunque lo que nos interesa es la parte inferior de la derecha del túmulo -ver imagen-, que es un hipogeo de la Edad del Bronce, que en un determinado momento se deja de utilizar como espacio de enterramiento y durante el postalayótico vuelve a reutilizarse para dejar ciertos individuos, sobre todo enterramientos infantiles.

Durante el postalayótico se documentan principalmente tres tipos de enterramientos.

El primer tipo, tenemos los enterramientos dentro de ataúdes de madera como podían los ataúdes tauromorfos -con forma de toro- procedentes de la cueva natural de Sa Punta, aunque por lo general tenían formas más simples. Es interesante ver que en algunos yacimientos los tipos de ataúdes son más sencillos y dentro de la misma cueva se dan diversos grados de trabajo. Algunos ataúdes tienen cierta elaboración y otros son simplemente trozos de madera que delimitan el espacio donde se coloca el cuerpo, donde se inhuma. Estamos hablando de inhumaciones, es decir, enterramientos, una cremación dentro de los ataúdes, normalmente en posición fetal. Encogidos y a veces atados con cuerdas de tejido vegetal para facilitar esta posición.

Sarcófago del avenc de la Punta. Realizado en madera, las pieza tenía una cabeza bien modelada, con agujeros para la colocación de cuernos, piezas para el cierre del cuerpo donde se encontraba el cadaver atado y en posición fetal, y cuatro patas trabadas con piezas de madera. Los individuos enterrados con honores tan especiales eran seguramente jefes de tribu o miembros de una aristocracia de clan. -La foto y el dibujo corresponden a reconstrucciones e interpretaciones ubicadas en el museo de Pollença-.

Un aspecto importante del culto taurino, es su asociación con la Diosa-Madre, importante divinidad femenina de las primeras civilizaciones del Próximo Oriente y del Mediterráneo, que perdurará durante muchos siglos. Esta divinidad, señora de la naturaleza y poseedora del don de la fecundidad universal, aparece ligada al toro, por lo que depositar el cadaver en este tipo de ataúdes podría representar un deseo de renacimiento.

Reconstrucción de un enterramiento en ataúd de madera procedente también del Avenc de Sa Punta. En este caso mucho más sencillo que el de forma tauromorfa. Situado en posición fetal, encogido y probablemente atado con cuerdas de tejido vegetal para facilitar esta posición.

El segundo tipo de enterramiento característico del postalayótico son los enterramientos en cal. Hay un debate abierto en cuanto cómo se debió de producir todo el ritual, las diversas fases. Algunos investigadores hablan de que los enterramientos en cal de lo que se trataba era de dejar el cuerpo en algún espacio fuera de las cuevas que desconocemos para que se pudiese pudrir la carne, se descompusiese y una vez conseguido este resultado, los huesos eran llevados dentro de las cuevas, se quemaban los trocitos de carne que pudieran quedar aún pegados al hueso y se cubrían con polvo de cal que a partir de toda una serie de reacciones químicas y mezclando el polvo de cal con el agua, da lugar a unos conglomerados que nos encontramos en los yacimientos. Por otro lado, hay otros investigadores que hablan de que seguramente se trató de incineraciones, cremaciones totales del cuerpo dentro de la cueva o fuera de las cuevas. Se necesita más estudios para determinar cómo fue el proceso al cual se sometió a los cuerpos, pero lo que nos encontramos sobre todo es este tipo de conglomerados de hueso, cal y materiales arqueológicos o piezas que estaban acompañando y orientando a los muertos. En algunos casos sí que se han encontrado cuerpos en posición anatómica, es decir, un esqueleto, en el cual se puede ver la forma estándar de nuestro cuerpo, así como quedaría sin carnes cubiertos por cal. Así que contradice un poco esta mezcla de huesos que se descomponen en el exterior. Pero no tiene por qué haber una sola forma de enterramiento en cal, puede haber más de una dependiendo de la zona. Hay muchas necrópolis en las que se documenta este tipo de enterramiento.

Enterramiento en cal de Son Matge; amasijo de cal con huesos y otros restos fotografiados en el mismo yacimiento. Los enterramientos en cal, a primera vista, consisten en una mezcla caótica de cal, huesos y algunos artefactos. Son el resultado final de un ritual de incineración que incluye el uso de polvo de roca calcárea finamente triturada, el cual se transforma en cal viva durante la cremación. Con el tiempo, esta cal viva se irá convirtiendo en cal apagada y en cal. Esta práctica funeraria estuvo en uso desde la primera parte de la edad del Hierro y pervivió hasta el período romano.

Y el tercer tipo de enterramiento son los enterramientos infantiles dentro de contenedores funerarios. Durante el postalayótico vemos que por un lado se documentan estos enterramientos en cal de tendencia más colectiva donde todos los huesos están entremezclados, pero por otro lado, hay comportamientos de individualización de ciertos miembros de la comunidad, ya sea dentro de ataúdes de madera  en el caso de los adultos o dentro de contenedores de cerámica o de piedra de madera, es en el caso de los individuos de más corta edad.

Dentro de este tipo de urnas lo que se enterraba eran fetos fruto de abortos posiblemente espontáneos e individuos neonatos que acababan de nacer y morían al poco tiempo, por lo tanto, estamos hablando de un grupo de la comunidad muy específico y de muy corta edad. Resulta muy interesante que los fetos fruto de abortos se les entierre siguiendo este tratamiento especial diferente al resto de la comunidad. Los enterramientos infantiles dentro de este tipo de contenedores son urnas de cerámica indígena hechas a mano y otras depositadas dentro de una urna de mares de piedra. Aunque también hay otros casos como los de ánfora, recortadas que se reaprovechan para poner esos individuos o cerámicas de otras características. Es un momento en el que también las necrópolis se ubican a cielo abierto.

Cas Santamarier de Son Oms. Fue un yacimiento exclusivamente formado por la deposición de urnas, tanto de arenisca como de cerámica, sin un orden aparente y con la superposición de algunas de ellas en el área de mayor concentración. Todas las urnas contenían los restos inhumados de un infante de corta edad o neonato. Los ajuares rituales de acompañamiento eran escasos, todo parece indicar que lo normal consistía en la deposición exclusiva de la urna sin ofrendas. Hallazgos aislados de pequeñas vasijas talayóticas, ungüentarios y vasos de paredes finas, parecen corresponder efectivamente a ofrendas rituales, pero no se pueden adscribir a una inhumación concreta.

Es interesante porque estos individuos no solo reciben un tratamiento especial diferente al de los adultos, sino que además, hacia el final del postalayótico, también abandonan las cuevas y se ubicaban dentro de esas cuevas naturales o artificiales, junto con los individuos adultos, ya sea en ataúdes o siguiendo este proceso de enterramiento en cal. Pero al final del postalayótico, los individuos infantiles de tan corta edad abandonan las cuevas para ubicarse en espacios exclusivos para ellos, como es el caso de Son Ferrer, donde no hay individuos adultos, solo encontramos este tipo de enterramientos infantiles.

La explosión de los sentidos: La ornamentación de los cuerpos

Durante el Postalayótico también se generaliza la inclusión de muchos tipos de objetos junto a los muertos, ya sea por cuestiones ornamentales o por otras cuestiones rituales, Así como diversos tipos de vasos, no solo urnas, para contener a estos individuos infantiles, sino también vasos de dimensiones más reducidas y de diversas características.

Algunos de los muertos llevaban brazaletes y multitud de otros objetos de componente ornamental. Objetos relacionados con la decoración de los cuellos y del pecho de esos muertos como campanillas y collares, pequeñas chitas -huesos- a modo de colgante, plaquetas de plomo que en conjunto servían para ornamentar los pechos de esos muertos. Se documentan también materiales que indican la decoración de dedos y de brazos; aros, brazaletes, anillos de diversas características en forma de espiral con cabeza cónica.

Documentamos también evidencias de decoración y preparación capilar del pelo de los fallecidos como podían ser peines de madera, pequeños espirales que podrían haber decorado también el pelo de esos muertos. Todo eso se encuentra en las necrópolis, entremezclado con los huesos.

Placas de plomo depositadas en el centro de interpretación de la Finca de Son Real, Santa Margalida
Placa de plomo procedente de Cova Monja, en Biniali.

Y por último, en cuanto a la ornamentación decoración de los cuerpos, nos encontramos con evidencias de posible vestimenta, por ejemplo, directamente a partir de la documentación de restos de tejidos vegetales, pero también a partir de la documentación de este tipo de piezas que llamamos discos fíbula. Por tanto, multitud de objetos de carácter decorativo que nos indican esta decoración de los cuerpos.

Peine de madera de la cueva des Càrritx (Ciutadella, Menorca)

Pero tenemos que pensar durante un momento en las implicaciones sensoriales de manipular el cuerpo de una persona que acababa de morir y colocarle todas estas piezas, si asumimos que no murió engalanado con todos estos elementos decorativos. Esta interacción entre vivos y muertos: palpar un cuerpo frío, un cuerpo rígido, fruto del rigor mortis que se produce casi inmediatamente después de la muerte y que dura horas, casi días; o bien se tenía que esperar, o bien en el momento de colocar esos elementos decorativos, se tenía que forzar el músculo. Si las manos estaban cerradas, tenemos que imaginar ese contacto entre un vivo y un muerto, intentando movilizar esas extremidades para poder colocar todos los ornamentos o también la necesidad de que fuera más de una persona la encargada o los encargados de decorarlos, ya que, por ejemplo, para colocar un collar alguien debería levantar ese peso muerto de la cabeza e introducir el collar.

Campanitas y reproducciones de collares de cuentas, expuestas el día de la conferencia en el parque arqueológico del Puig de Sa Morisca

Por lo tanto, tenemos toda esta interacción no solo de manera táctil o visual. No nos olvidemos de los olores fruto de los procesos de descomposición. Son aspectos que a veces no lo pensamos, pero estaban allí. Y esa preparación previa necesitaba de ese contacto íntimo entre vivos y muertos. Pero también este contacto entre las personas que preparaban a los cuerpos y los objetos ornamentales. Si pasamos a colocar un colgante con campanita a un muerto, notaremos la textura metálica de ese colgante, pero también vamos a escuchar el ruido fruto de su manipulación. O los collares de pasta vítrea importados de Ibiza. Notamos su textura, pero también vemos sus colores, todos estos colores chocan con el color de muerte de los cuerpos frente a esos colores vívidos de algunos de los elementos decorativos.

Ajuares del talayótico tardío de la necrópolis de Son Real. Brazaletes (1 y 2), “taps” (3, 4, 5) y cuentas de collar (6 y 7) (Sg.M.Tarradell).

Esta primera fase de preparación y decoración del fallecido supone una explosión en los sentidos de los vivos. Ya no hablamos de las emociones que hubieran podido sentir, tal vez abyección, esa repulsa ante un cuerpo en descomposición o un cuerpo muerto, pero a la vez esa voluntad de darle una buena muerte, vencer el propio asco para poder proporcionar el ritual con todos los elementos ornamentales.

La explosión de los sentidos: Una experiencia multisensorial

En cuanto al tacto, la vista y el olfato, todos los sentidos, aunque aquí los vayan viviendo, se estimularon en tales rituales y prácticas. Pero sí que es cierto que la colocación de los muertos dentro de los contenedores funerarios en los ataúdes de madera y las urnas de piedra o de cerámica tuvo un impacto sobre todo en el tacto, en la vista y en el olfato, fruto de descomposición que envían los gases de interiores.

En cuanto a colocar a estos recién nacidos, a esos neonatos que acababan de morir y fetos fruto de abortos dentro de cerámicas, estas, podían ser urnas indígenas hechas a mano con cuerpo acampanado, otras con decoración en forma de motivos circulares o semicirculares, alguno con un mamelón central. Esta formas acampanadas recuerdan un poco el vientre materno y más estas características y esta decoración de motivos circulares y semicirculares con mamelones centrales, pues puede recordar a los pechos o el ombligo incluso, tenemos que pensar que tanto los fetos, necesitarían del vientre de la madre para acabar de formarse y los individuos de tan corta edad neonatos que mueren, pues también necesitaban en ese momento de la lactancia materna, que era la única forma de alimentación y durante los primeros meses de su vida necesitaban de esa dependencia, ese vínculo con las madres, sin el cual no podría alimentarse pero también moverse. Si nos detenemos a indagar la evolución de la motricidad de los cuerpos Infantiles. Por lo tanto, hay un vínculo natural importante tanto hoy en día y sobre todo en la prehistoria, cuando la forma de alimentación única era esa lactancia materna. Por lo tanto. Puede ser que este tipo de contenedores, con estos motivos decorativos, nos evoquen la protección de esas madres a esos neonatos y fetos que acababan de morir. Es interesante que en un momento de la prehistoria en que la mortalidad infantil era el pan de cada día, era más raro que muriera un adulto de avanzada edad, que no un individuo infantil y sobre todo un feto o un neonato. Pues es interesante ver que se le da ese tratamiento especial y además después pasan a colocarse en necrópolis específicas para ellos.

Pasamos a otra parte del proceso funerario, que es la llegada al propio espacio, a la necrópolis. De todas las necrópolis estudiadas no sabemos de dónde podían venir, de qué poblado venían esas personas a enterrar a sus muertos. Pero las características de los propios espacios nos conducen a pensar toda una serie de sensaciones y experiencias sensoriales que tuvieron que sentir los vivos que acompañaban al muerto, ya sea una procesión con diversos miembros de la comunidad o simplemente aquellos necesarios para transportar el peso de los muertos. Especialmente en los casos de ataúdes de madera o cuerpos adultos, no tanto tal vez en el caso de los enterramientos infantiles, aunque la urna o los contenedores  de arenisca pesaban lo suyo, por lo tanto se requería de ese trabajo en conjunto.

Por un lado, la localización de estas necrópolis, vemos que algunas de ellas están ubicadas en espacios fáciles de llegar o tratar, como por ejemplo Cova Monja es. Pero por otro lado tenemos la necrópolis de Son Boronat, localizada en altura y que es incluso peligroso poder llegar a ese espacio. Es interesante ver que la localización más dificultosa se da en los casos de enterramientos en ataúdes. Y es que además de llevar el cuerpo y llevar el ataúd, era un espacio difícil de acceder. No sabemos que lógica o si hay algún tipo de relación entre la forma de enterramiento del ataúd y espacio difícil de acceder pero es interesante ver que los enterramientos en cal, por otro lado, se ubican en cuevas naturales o artificiales y que por lo general no tienen tanta dificultad. Por lo tanto, no sabemos de dónde venían, pero sí que sabemos que en algunos casos la llegada podía ser difícil y además tenemos el caso particular de Sa Punta, una cueva que actualmente se ha de acceder con cuerdas. Así que también tenemos que pensar que no toda la comunidad podría acceder, los niños y niñas lo tendrían más difícil; las personas mayores o gente con algún tipo de discapacidad física no podrían entrar en esos espacios más difíciles.

La propia entrada en estos espacios también es una explosión sensorial en el sentido de estar dejando de lado el mundo de los vivos para acceder al mundo de los muertos. En los casos de cuevas, tanto naturales como artificiales, se ve este patrón en el que las entradas, como se puede ver en Ses Maravelles o La Cometa dels Morts son entradas en las que te tienes que agachar para poder entrar o se tiene que entrar de lado para poder acceder y en algunos casos llegar a una gran sala como en Ses Maravelles. En otros casos son espacios estrechos, pero esa entrada ya se contrapone a las sensaciones de estar en el exterior con el ruido de los animales, de la naturaleza, si era de día, el calor del sol o no, si era de noche. La entrada de las cuevas supone una un cambio en la experiencia de los vivos, estamos accediendo, se nos está marcando que estamos accediendo a este mundo de los muertos.

Estamos entrando en un espacio oscuro, húmedo, estrecho, los olores de los muertos que había en sus olores, de su humedad, esa sensación de que esta humedad, por tanto, nos encontramos con una enfatización de esta diferencia entre espacios de vivos y muertos, mientras que en algunos casos, como en los casos de los enterramientos infantiles, se trata de una experiencia a cielo abierto totalmente diferente a las experiencias que tendrían dentro de las cuevas

Otro tipo de actividades que se documentan en estos espacios es el consumo de líquidos. Ya hemos visto la preparación de los cuerpos, el traslado de los cuerpos, la entrada a estas cuevas, a este mundo de los muertos: oscuro, húmedo, con ecos. Nos encontramos con toda una serie de vasos de pequeñas medidas, algunos de forma troncocónica, otros más circulares, con un asa con dos asas, algunos pintados, otros sin pintar, pero en cualquier caso, vasos de medidas relativamente reducidas que nos parecen indicar la posibilidad de algún tipo de actividad de consumo de líquidos o de semi líquidos: agua, vino, leche, cerveza. Por lo tanto, se puede producir un consumo individual y grupal en esos espacios funerarios por parte de los vivos que están acompañando a los muertos. No obstante, puede ser que de forma más abstracta los muertos también participen de este consumo de líquidos o de semi líquidos, ya que se han documentado cerámicas de tales características dentro de ataúdes de madera, por lo tanto vinculados, concretamente, a uno de esos muertos a modo de lo que diríamos ajuar, a modo de objeto de acompañamiento, pero puede ser que además de esta vida final de acompañamiento, tenga otras vidas funerarias, tal vez ligadas a este consumo literal o más abstracto de líquidos.

Vaso y jarrita rituales. Son Jaumell. Capdepera

Pero las actividades de consumo van más allá de la sensación del gusto y del olfato de los líquidos que se estén bebiendo. Los propios vasos también tienen toda una serie de características que tuvieron un impacto en la experiencia sensorial de los vivos que los estaban utilizando. Más allá del gusto y el olfato, la mayoría de estos vasos constan de decoraciones en relieve. Así que cuando se vaya a consumir, sobre todo en un espacio oscuro donde se enfatizan los otros sentidos, más allá de la vista, se va a notar la característica de este vaso especial. Además, dentro de un espacio también diferente al usual, al diario. Así que el consumo de líquidos no es sólo para el gusto, el sabor, el efecto de lo que se bebe o el olor de lo que se beba, sino también la forma de interactuar con las piezas y de interactuar con el resto de los participantes.

Complementando el gusto y el olfato de lo que se estaba consumiendo, nos encontramos también en la mayoría de las cuevas, presencia de fuegos y en algunas de ellas presencia de plantas aromáticas, en la mayoría de los casos quemadas y también ofrendas florales. Tienen todo una multisensorialidad, especialmente sobre iluminación corporal.

La multisensorialidad de los fuegos, la presencia de fuegos dentro de la mayoría de todas estas cuevas de enterramiento y también a sí mismo se han documentado plantas aromáticas y ofrendas florales, pues estos fuegos no solo tenían la finalidad práctica de iluminar ciertos espacios de las cuevas, dejando a otros más a oscuras, más en la penumbra, sino que también está multisensorialidad proviene de el humo que estaban inhalando que nublaba la vista en cierta forma intoxicada. No es la misma olor proveniente de  quemar leña de un pino joven que la de cualquier otro tipo de madera que también incide en una iluminación distinta. La intoxicación fruto de inhalar este humo en un espacio cerrado. Plantas aromáticas y ofrendas florales colocadas al lado de ciertos individuos. También contribuye a ese impacto visual al ver estas flores y estos elementos orgánicos vivos en contraposición a este mundo más oscuro.

El olor a humo, la intoxicación, el calor, el estar cerca del fuego tiene esa sensación de estar quemándose en algunos casos, mientras que los que estaban más lejos no tendrían ese impacto sensorial.

Tenemos toda una serie de objetos de componente sonoro. El más claro son las campanillas, normalmente ubicadas en los collares a modo de colgante. La simple manipulación para ornamentar al muerto ya iniciaba esta sonoridad, ya sea algo intencional, con una intencionalidad musical o simplemente algo, entre comillas, accidental, fruto de colocar el colgante, un colgante que sonaría tanto durante el traslado, en los baches, durante el depósito, dentro en el suelo de la cueva y durante la propia preparación. Además de este elemento de claro componente sonoro, se han documentado en algunas de estas cuevas otras piezas que posiblemente también tienen esa connotación sonora y tal vez musical. Otro caso sería el de huesos alargados, vaciados en su interior y con algunos orificios en sus lados, se ha planteado que se trató de un instrumento musical tipo  xilófono.

Discos en bronce con mango y badajo de la cueva natural de enterramiento de cometa Dels Morts (Sg. C. Veny)

Un disco fragmentado y una varilla, en el que el extremo de la izquierda iría enganchado al disco y la mano derecha, acaba con una pequeña bola, un elemento de percusión. Por lo tanto, aquí sí que tenemos ese claro elemento sonoro, esa intencionalidad. Estos tipos de discos y otros se han documentado en la totalidad de las cuevas artificiales y naturales de enterramiento, no en los espacios de enterramiento infantil. Así que es posible que se llevasen a cabo actividades de componente sonoro esta musicalidad funeraria, que además se intensificaría dentro de espacios, como decíamos antes, con eco y con unas características diferentes al exterior.

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